A Joaquín lo mataron de 18 golpes

Esta tarde en la ciudad de Laboulaye, la familia de Joaquín Sperani veló al adolescente y su entierro fue alrededor de las 17. A Joaquín lo mataron de 18 golpes en la cabeza. Por el hecho está detenido otro niño de la misma edad, quien será trasladado a Complejo Esperanza, el centro para menores en conflicto con la ley penal ubicado en las afueras de la ciudad de Córdoba. Para la ley, es inimputable: no puede recibir ninguna sanción.
El primer informe forense determinó que al adolescente lo asesinaron de 18 golpes en la cabeza. Junto al cuerpo, que presentaba gruesas heridas en el cráneo, encontraron el caño de hierro y el pedazo de mampostería con manchas de sangre. Un crimen con ensañamiento que se produjo ese mismo jueves.
El niño sospechoso fue convocado y habría confesado que el jueves habían ido juntos hasta la casa abandonada solos, y que fue entonces que comenzaron a discutir. Sin ninguna premeditación, tomó el caño y comenzó a golpearlo en la cabeza. Y luego, lo remató con el trozo de mampostería.
EL HECHO
La reconstrucción que llevan adelante los sabuesos de la división Homicidios y Protección de las Personas de Córdoba que hasta ayer actuaron bajo directivas de la fiscal local Georgina Osella (ahora giró todas las actuaciones al juez Sebastián Ignacio Moro a cargo del juzgado de Control, Niñez, Adolescencia, Penal Juvenil, Violencia Familiar y de Género y Faltas de esa ciudad), indica que el jueves pasado, Joaquín llegó en bicicleta hasta el Ipem Nº 278 “Malvinas Argentinas”.
Tras dejarla en el patio de la escuela, Joaquín no entró a clases. Junto a L. (13), su amigo de toda la vida, salieron caminando de la escuela, según se corroboró a partir de una cámara de seguridad vecina. Se los veía juntos, sonrientes.
En la misma filmación, los pesquisas observaron que minutos después L. regresaba solo al colegio. En el camino, se le cayó un teléfono celular, que levantó pronto y guardó en su pantalón. Esa tarde, el adolescente entró de nuevo en la escuela y se sentó en clase. Actuó como si nada lo perturbara.
Cuando el jueves al atardecer la familia de Joaquín denunció su desaparición, los policías de Laboulaye comenzaron a rastrear las cámaras y encontraron estas imágenes.
LA BÚSQUEDA
L. era la última persona que aparecía junto al joven desaparecido en todo el cotejo que se había conseguido. De inmediato fue localizado y le preguntaron qué sabía de su amigo. Fue evasivo: manifestó que se habían separado cuando salieron, que él se arrepintió y quiso volver.
Primero dijo que el celular era de su padre, quien lo negó. Luego que era de Joaquín, pero que él se lo había dado voluntariamente porque quería escapar de Laboulaye. Dijo que tanto él como Joaquín eran víctimas de continuas burlas y de otros maltratos por parte de sus compañeros, por lo que su amigo había conseguido una familia "sustituta" que ese jueves a la tarde lo había ido a buscar para llevarlo lejos, "al campo".
Los policías de Laboulaye, en lugar de rastrillar las cuadras más próximas a la escuela, el "punto cero" de cualquier causa de este tipo, comenzaron a inspeccionar autos con la premisa de hallar a la familia "sustituta".
Ante la falta de avances, se decidió enviar desde la ciudad de Córdoba a un grupo de detectives de Protección de las Personas y de la Homicidios quienes en forma inmediata resolvieron volver al "punto cero": los alrededores de la escuela, el último registro de Joaquín con vida.
LA CASA
En tanto un grupo de vecinos comenzó a rastrillar por su cuenta y a primera hora de la mañana, un grupo de chicas junto a un hombre encontraron el cadáver de Joaquín en una vivienda abandonada de calle Sarmiento 480, en la misma manzana del colegio.
Se trata de una casa de acceso simple a la que los alumnos suelen ir cuando faltan a clases o cuando quieren fumar a escondidas de los adultos, o sea, no es un lugar desconocido para esa comunidad educativa.
Fuente: Cadena 3
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