"Silogismo de Garcas"

Hace tiempo que no escribo «Contratapas» digitales, y varios lectores me reprochan mi indolencia. Pido disculpas por el año sabático, pero los artistas somos así. Redepente se nos va la inspiración y redepente redetorna. Terminadas las enerosas vaciones (no onerosas, porque fueron en el patio), volvamos al teclado con renovados bríos. La mayoría pide análisis u opiniones sobre el rumbo del gobierno macrista. Pero esa no es tarea que pueda encarar este humilde escriba. Difícil hablar de lo inexistente. Sí se me ocurre ensayar una parábola histórica, para lo que es necesario abandonar el territorio de lo políticamente correcto. Traigamos para ello a cuento el otrora célebre «Silogismo de Charcas».
En Charcas, también conocida como Chuquisaca (hoy Sucre, Bolivia), se escuchó el primer grito independentista latinoamericano allá por 1809, cuando Napoleón arrasaba España y Fernando VII estaba preso de los franceses. El Fernando estaba bastante cómodo porque su celda era un hermoso castillo, donde disfrutaba exquisitos placeres y no tenía la menor intención de retobarse. Pero esa es otra historia. Ubicados en el tiempo, aclaremos que un «silogismo» es la expresión de dos afirmaciones, con una conclusión lógica que de aquellas se deriva.
El Silogismo de Charcas elaborado por varios abogados patriotas, entre ellos Monteagudo, decía lo siguiente:
1) Las Indias son un dominio personal del Rey de España.
2) El rey está impedido de reinar, porque está preso de Napoléon y en consecuencia no hay gobierno.
3) Luego, las Indias deben gobernarse a sí mismas.
Modificando levemente los términos del Silogismo de Charcas, propongo el «Silogismo de Garcas», cuya configuración aproximada sería la siguiente:
1) El gobierno argentino es patrimonio personal del Presidente Mauricio Macri, elegido por el pueblo.
2) El Presidente esta impedido de gobernar, porque está (voluntariamente como Fernando VII) preso del Fondo Monetario Internacional y los intereses geopolíticos de los Estados Unidos de norteamérica, y en consecuencia no hay gobierno.
3) Luego, los argentinos deben gobernarse a sí mismos.
Ya sé, se los había advertido, no suena políticamente correcto. Pero sospecho que es la cruda realidad, escondida tras el palabrerío de los medios porteños y sus chupamedias menores. Macri hace como que gobierna y nosotros hacemos como que somos gobernados. Una reedición corregida y aumentada de la «Máscara de Fernando», devenida «Máscara de Mauricio». O sea, batimos el parche vociferando que si en las elecciones el pueblo le gana a Macri, ganamos el gobierno. Pero en realidad la dirigencia política opositora sabe que Macri ya no gobierna y que ganándole, queda aún la inmensa tarea de recuperar el gobierno, quitándoselo de las manos a quienes realmente conducen hoy nuestro país. Es decir, la flaca Lagarde y el gordo Trump, caras visibles del poder financiero globalizado y la maquinaria empresarial anglosajona-israelí, respectivamente.
Por lo antedicho, y contradiciendo a renombrados analistas políticos porteños, me permito afirmar que ya es al pedo sostener la «Máscara de Mauricio», y se torna necesario planificar estrategias alrededor del «Silogismo de Garcas». El Mauri se puede ir de vacaciones hasta el 10 de diciembre, y eso en nada afectaría la marcha del gobierno. Lo mismo sus ministros, secretarios, directores y demás comparsa. Para ellos solo quedan los negocios chicos, siempre y cuando no interfieran con la flaca y el gordo. Eso sí, mantengan limpita y ordenada la oficina que ocupa el representante del FMI en el ministerio de Hacienda; y no usen al cuete el teléfono, que pueden llamar de la embajada (de EEUU), para pasar las instrucciones de la semana.
H.B,